SEPULTADA!

Tiempo vivido que no dejas respiro
Dias y horas me cercenan como un cuchillo.
Me culpo a cada instante por no haber huído,
Marchar no quería y persistir fué un desatino.

Imprudente nuestra historia de final incierto.
Anduve dando tumbos sin ningún acierto.
Fijaste mi rumbo con perfume acerbo
Y lanzaste tu brújula hasta el crudo infierno.

Necia de mí me proclamé blanco estandarte,
Creí que mi amor por tí lograría sanarte.
Porque el amor todo lo puede y besarte,
Besarte era mi mundo… y me sepultaste.

SEPULTADA! – (c) – Alice Depra

Bella.

El día se levanta gris, me encuentro en la penumbra.
El frío cala mi cuerpo cual gotas de agua de lluvia.
Las nubes se han vuelto oscuras, en el horizonte difuminadas.
El viento acaricia las hojas con grandes arrebatos y calma.

A través de los cristales vislumbro mi vida plena.
Se asemeja a un pequeño tío vivo, gira y gira sin parar.
Mi pensar y las largas ramas se consiguen entrelazar.
Recuerdo momentos, sonrisas, llantos y pienso serena.

Me concentro en acariciar tu piel, suave terciopelo.
Descubrirte al tacto, de lado a lado de arriba a abajo.
Percibir tu furor, enredar tu pelo en mis dedos.
Degustar tu sabor, exquisitez de tu aliento robado.

Sigue nublo y una gran tormenta se atraviesa.
Detrás de la ventana está mi alma, ahí se escapa.
Huyendo de la realidad, cómo corre, no se para,
Sólo para pensarte y amarte a tí, mi bella amada.

Bella. – (c) – Alice Depra

Guíame.

Una estrella guía mis sentidos
Con luz vistosa en la lejanía,
Compromete mis pasos partidos
Me lleva hacia donde ella pretendía.

Una estrella ilumina mi alma
Suavidad extrema que calma
Acaricia mi sufrir interno
Me da la tranquilidad que temo.

Una estrella me roza el pelo,
Susurra en mi oído -te tengo-
Al oírlo mi piel se turba
Al oírlo mi amor es fuego.

Una estrella tengo por cielo,
Que deslumbra mi vida interna.
Me colma el aire de terciopelo,
Necesito q se haga eterna.

Una estrella que sabe que tengo
Un miedo terrible a perderlo
Un amor que no confieso,
Un gran sentimiento…»te quiero»

Déjate llevar…

Guíame. – (c) – Alice Depra

Se hace tarde…

Tiempo que arrastras mis pasos,
Se ven tus marcas en mi regazo.
Todo el camino recorrido,
Dónde se hallará mi destino?

Tengo el alma tan perdida,
Encerrada allá en la lejanía.
Ya no recuerdo cuando reía,
Ni cuando sonaba su melodía.

Mis manos reposan cansadas,
De remendar tus pisadas.
Hace ya tiempo que no sienten el tacto,
Del firmar un dulce pacto.

De inmediato supliría mis noches eternas
Por volver a sentirte tan cerca
y sacarme de encima esta pena
Que habita en la sangre de mis venas.

Se hace tarde… – (c) – Alice Depra

Un gran brindis.

Un brindis por este año que colmó de enseñanzas mi persona. Que aún con infinitos altibajos puedo afirmar que me he sentido tan viva como muerta, según el prisma con el que se mire.
Brindo porque ahora sé, que no es que nunca llegues a conocer a alguien del todo, sino que hay componentes que te obstinas en mantener escondidos. Es más, sigues ciego hasta que, por así decirlo, te das con ello de bruces.
Brindo por aprender que la opinión ajena sobre uno importa muy poco y que mientras te encuentres en paz contigo mismo y con tus actos, lo demás sobra. Ahora sé que no debo culparme por las decisiones tomadas, ya que de ellas he ganado el saber lo que antes ni imaginaba.
Brindo por valorar lo que poseo y por dejar ir a quien no se quiere quedar. Para ello he contado con la ayuda de pocos, pero grandes amigos, que han demostrado su valía en los momentos más desesperanzadores. Eternamente agradecida…
Brindo por los buenos momentos vividos, las carcajadas, los viajes, los abrazos, los besos, las caricias, las lágrimas derramadas, el amor que he sentido, al igual que el dolor. Brindo por las manos que me han sujetado y las que me han dejado caer.
Brindo por las etapas que han llegado a su fin y por las mejores que han de llegar. Por todo lo que ha hecho que crezca y por todo lo que murió.
Pero sobre todo, como dije al principio, brindo por poder vislumbrar las visicitudes de este año, con el prisma del aprendizaje que me lleve a ser feliz.

Elige tu prisma…

Un gran brindis. – (c) – Alice Depra

Huída.

Revive mi mente las guerras perdidas.
Punzan las heridas y desgarran mi alma
Y grito a los vientos que escuches mi súplica
Mas no acierta consuelo, la angustia escondida.

Lamentos que cantan su amarga melodía,
A diario su peso destroza mi espalda.
Sollozos y llantos que cargo callada,
Me inunda la pena y ahoga mi fantasía.

Fuíste mía pero marchaste de huída.
Te tuve en mis brazos, estabas tan viva.
Rocé la felicidad, mis dedos se astían.
Las horas gastadas, me siento vacía.

Huída. – (c) – Alice Depra

RELATOS

CAPERUCITA Y EL LOBO FEROZ.


Había visto a ese hombre en varias ocasiones. Por circunstancias de la vida yacía perdida y era incapaz de encontrarme, aún así me sentí atraída por él desde el primer instante.
Se presentaba algo tímido y reservado, contradiciendo a su físico y semblante masculino. Lucía alto, robusto, de cabello y ojos castaños. Con frecuencia hacía gala de su sonrisa pícara y una mirada de la que no era fácil escapar. Estaba segura de que nos encontraríamos a solas, y así fue…


Me abrió la puerta de su casa y ahí estaba otra vez su mirada, -¿Una copa?-, por supuesto que sí, iba a necesitarla. La tensión sexual no resuelta podía respirarse en el ambiente. Habíamos dado un par de sorbos cuando de repente empezó a besarme. Nuestras bocas se entendieron a la perfección con cada beso, con cada aliento. Me encontré apresada entre una lengua extremadamente ansiosa y unos dientes depredadores. Sus dedos recorrían y se clavaban por mi cuerpo con suma fuerza, ofreciéndome una mezcla de placer, dolor y ardor intenso.


El supuesto corderito distaba mucho de ser algo tierno. Tuve que frenar su virilidad en varias ocasiones para aplacar su fúria, pero aún así, me dejé arrastrar hasta su guarida sin pensármelo demasiado.


Para cuando nuestra ropa cayó al suelo ya estábamos sudorosos. Sentía el labio dolorido a causa de sus mordiscos dado que sus dientes inferiores estaban graciosamente descolocados. Esa particularidad en según qué bocas me llama extrañamente la atención y hace que se me antoje rozarlos con mi húmeda lengua.
Sus fuertes brazos lograron desarmarme por completo y ansiaba cada vez más sentirlo dentro de mí. Mis senos fueron testigos de su instinto desgarrador de lobo con piel de cordero. Sujetaba mi larga melena y tiraba de ella con suma brusquedad arrasando con sus labios y dientes cada centímetro de mi piel. Me procesé caperucita ante semejante animal salvaje mientras jugamos a perseguirnos, dejándome cazar sólo por experimentar esa delicia.
Clavé mis uñas en su regia espalda intentando defenderme de sus ataques, si bien, era una lucha entre querer más dolor placentero y escapar de esa lúgubre oscuridad. Introdujo sus dedos en mí con dureza hasta hacerme estallar en repetidos orgasmos. Con cada uno de ellos se impregnaban de mí sus sábanas y de gemidos sus oídos. Su euforia descontrolada podía notarse en su hombría… Me sentía pequeña incluso sentada sobre sus robustos muslos mientras deleitaba, con acelerado ritmo, su preciado miembro viril.


Exhalaba profanidad que me alimentaba y me devolvía a lo que siempre fuí. Entre jadeos, deseo y esa lucha constante, dejé de verme pequeña y no pude más que emerger. Bajo la capa vermellón se descubría una loba, herida, pero loba al fin y al cabo…

Nos besamos mil veces esa noche, roces desenfrenados llenos de mordiscos, aullidos y garras. Extasiados, me abrazó y me sonrió complacido.
Nos volveremos a encontrar, seguro.

Continuará…

Bella durmiente.

Bella durmiente de tez morena y cabellos lacios,
Que arañas la vida en busca de abrazos.
Le temes al cambio más la rutina te ahoga,
Y bailas a solas cuando tú te destronas.

Te ves frente al espejo y no hayas reflejo,
Esa sonrisa tuya es cegada por el miedo.
Sueñas despierta gritando silencios,
Te acunas y cantas escudriñando los anhelos.

Brillas cual estrella y no alcanzas a verlo,
Lo vales y lo sabes pero no logras creerlo.
El mundo te mira y pisas a ciegas,
Vuela alto mujer! Como si un halcón fueras…

Bella durmiente. – (c) – Alice Depra

A pedazos.

Cuando acaban con tu esencia te das cuenta de que ya jamás volverás a ser la que fuiste. Alguien te robó ese pedacito de tí tan importante, ese que te llevaba a creer que todo era posible. Pero ya no…


Y no contenta habiéndote roto en mil pedazos, esa persona sigue magullándote más y más. Parece como si los ríos ya vertidos, no fuesen suficiente. No importa cuán largos sean tus susurros, siempre habrá latigazo de vuelta. Y ya van tantas cicatrices que no recuerdas ni la cifra, pero sientes su dolor, sabes que están ahí grabadas en tu alma quejicosa.

Armándote de valor coges aire cada día con el fin de borrar aunque solo sea un ápice, de tus malas decisiones. Las mismas que te condujeron al avismo, ese al que caes una y otra vez. No soportas más ofensas, más críticas, insultos y veneno. El más letal que puedas recibir, el que te cuartea hasta tu mas ínfimo rincón. Veneno de la persona en la que creíste y confiaste tantas veces, dándole mil y una oportunidades sin saber que al final caería en saco roto. Nada sirvió, nada es suficiente y eso desgarra tu ser quebrando toda tu quietud. No habrá paz, ni piel que rozar, ni ojos que mirar o labios que besar. La oportunidad se esfumó para no volver.

Y arañas las paredes de la soledad que te rodea pretendiendo resurgir, pero tu vida se trueca en una lucha constante hacia la luz. Quedaron tantas cosas por decir… por hacer, por compartir, pero cualquier atisbo de esperanza desapareció en la lejanía. Has de poner punto y final a esa pesadilla o acabará arrastrándote al peor de los infiernos, donde no habrá salida alguna. No puedes permitirte el lujo de desparecer sin más, así que por el momento sólo te hayas ahí, inherte y sin dignidad alguna. Esperando vivificarte…

Renacerás tarde o temprano, ya has recorrido camino suficiente de desolación. Mientras tanto, agradece la lección aprendida y haz que jamás se repita. Llegará esa señal que tanto ansías… Estoy segura!

A pedazos. – (c) – Alice Depra