Tu barco.

Nos empeñamos en anclarnos a alguien cuando nadie tiene la obligación de sostenernos, de hacernos completos. No entendemos que no somos medias naranjas ni que somos lo mejor que nos va a pasar. Y buscamos protección en almas agenas desprestigiando la nuestra. Emocionados por que nos sujeten la mano, olvidamos la fuerza de nuestros dedos y todo lo que hemos levantado.


Y no está mal, esto sucede a diario. El unico inconveniente es que nos perdemos en ese intento. Nos seguiremos perdiendo una y mil veces hasta que comprendamos que no hay nadie capaz de darnos esa felicidad sino nosotros mismos. Que no son ellos los obligados a empujarnos en nuestro camino. Que no hay barita que dibuje la sonrisa en tu cara, ni que te dé las alas para volar. Que el día a día está en construcción y somos dueños de llenarlo de énfasis. Que no hay persona que te saque de esa oscuridad si tú te obcecas en quedarte.


Porque sin tí no eres, sin tí no hay luz y si estás apagado nadie te vé. Así que enciéndete por dentro mientras te amas, empújate hacia lo más alto, cántate a diario, recorre tu piel para conocerte bien, abrázate cuando te necesites y mímate.
Recoge anclas sin pena, eres el barco más preciado que tienes, porque sólo tú sabes hacerlo como nadie…

Tu barco. – (c) – Alice Depra