
Has estado taladrando todos mis despertares,
día a día, trago a trago, vomitando tus pensares.
Igual haces en las lúgubres noches, voraces.
Apareces, fulminas, cortas y esparces.
Me traes de cabeza cada vez que apareces.
Desesperas, renaces, atacas y hieres.
Huyo de tí a la vez que no me despego.
Estremezco, acurruco, te lloro, perezco.
Mi calma se desvela y borbotea incesante.
Crispada, se agita, grita y llora. Desesperante!
No hay más salida que tu orgullo imperante,
que apedrea, apuñala, se quiebra, me parte.
Triste condena la que traes de equipaje,
que pesa, desborda, te dobla y me arde.
Busco hueco en tus entrañas hartas de reales.
Viscerales, enfermas, que se estiran y contraen.
Bancarrota de sonrisas, de abrazos y caricias.
Me despegas a empujones obturada y sin salida.
Dime qué hago contigo y conmigo por tu culpa.
A oscuras, a ciegas, a contraluz… en penumbra.
