
Un brindis por este año que colmó de enseñanzas mi persona. Que aún con infinitos altibajos puedo afirmar que me he sentido tan viva como muerta, según el prisma con el que se mire.
Brindo porque ahora sé, que no es que nunca llegues a conocer a alguien del todo, sino que hay componentes que te obstinas en mantener escondidos. Es más, sigues ciego hasta que, por así decirlo, te das con ello de bruces.
Brindo por aprender que la opinión ajena sobre uno importa muy poco y que mientras te encuentres en paz contigo mismo y con tus actos, lo demás sobra. Ahora sé que no debo culparme por las decisiones tomadas, ya que de ellas he ganado el saber lo que antes ni imaginaba.
Brindo por valorar lo que poseo y por dejar ir a quien no se quiere quedar. Para ello he contado con la ayuda de pocos, pero grandes amigos, que han demostrado su valía en los momentos más desesperanzadores. Eternamente agradecida…
Brindo por los buenos momentos vividos, las carcajadas, los viajes, los abrazos, los besos, las caricias, las lágrimas derramadas, el amor que he sentido, al igual que el dolor. Brindo por las manos que me han sujetado y las que me han dejado caer.
Brindo por las etapas que han llegado a su fin y por las mejores que han de llegar. Por todo lo que ha hecho que crezca y por todo lo que murió.
Pero sobre todo, como dije al principio, brindo por poder vislumbrar las visicitudes de este año, con el prisma del aprendizaje que me lleve a ser feliz.
